martes, 7 de mayo de 2013

Reflejo de la vida

Hace un tiempo conocí a un joven príncipe, un hombre alto de cabello castaño, de tes clara, ojos bellos y nariz perfecta. Lo vi y me enamoré. 
Pronto me vio, y en su doncellita me convertí. 
Juntos caminamos en busca de su reino, el que nunca conocí. Recorrimos montes, disfrutamos de la pradera, compartimos atardeceres y el sol cada mañana nos despertó. Nos abrazamos bajo la lluvia, saltamos charcos y enfrentamos las batallas más duras, pero al llegar a una quebrada, me di cuenta que no era un príncipe, era sólo un hombre al que idealicé y amé, pero no lo amé a él, sino a lo que yo aspiraba que llegara a ser.
Hoy no me gustan los príncipes, prefiero los vampiros, porque por "amor" se atreven a caminar de la mano de su amada a plena luz del día, no les temen al sol con tal de hacer feliz a "su pequeña" compañera, y disfrutan regaloneando por las noches. No muerden, sino que besan y acarician. No causan dolor, sino placer y sonrisas. En este caso hablo de un hombre real, lo toco, lo acaricio, lo beso y siento su respirar, el latir de su corazón, e inclusive sus nervios con su temblar, es un ser humano con defectos como todos, pero ¿Quién soy yo para juzgarle? Me acepta tal y como soy, me hace sentir orgullosa de quién soy y de lo que hago, y planea un mañana a mi lado. ¿Qué más puedo pedir? Que conozca al amor que yo conozco para que pueda amar como yo. ¡¡Eso es lo que falta!!, y quizás eso sea lo que mañana nos separe. No lo sé. 
Pero ¿Debo cuestionarme el mañana si hoy me siento feliz y en paz?? 
Cada día tiene su propio afán, dijo el sabio Salomón, todo tiene su tiempo, y hoy es el día de sonreír, el mañana sólo Dios lo conoce, Él ya tiene todo escrito para nosotros.
Hay personas que se nos cruzan en nuestro camino para quedarse, y otras sólo para acompañarnos en algún trayecto de nuestra vida, con algún propósito, quizás para ayudarnos a cruzar un río, para cubrirnos de la lluvia, para saciar nuestra sed cuando el sol es agobiante, para hacer brotar sonrisas cuando existe sequía en el corazón. 
Hoy agradezco a cada uno de esos seres que como ángeles han sido parte de mi vida. Algunos siguen estando presente en el tiempo, les llamo amigos. Unos están porque se les designó estar en un determinado lugar, a ellos les conocemos como familia, mañana llegará un par de angelitos a los que llamaré hijos.
Soy feliz de ser quien soy, porque sé que así cómo otros han sido bendición para mi, para algunos también he sido algo de todo lo que yo ya mencioné. No sé cómo me recordaran o si es que aún lo hacen, sólo se que vamos dejando huellas, y hay quienes las dejan en nosotros, por eso hay que tratar de no dar un pie en falso y fijarse donde damos cada uno. No estamos solos en este mundo, hay miles de seres más a los que les puede afectar nuestras acciones, como en "efecto mariposa"; nuestros actos puedes repercutir en el mañana, como la imagen de la difunta estrella que vemos en el firmamento. Disfrutemos la vida procurando no dañar a los demás, sino de alguna manera contribuir a su alegría y paz. "No nos cansemos pues, de hacer el bien, que ha su tiempo segaremos, si no hubiésemos desmayado", escribió el apóstol. No nos aferremos del pasado, ni divaguemos en el futuro, disfrutemos el inmenso regalo de Dios, llamado presente. 
¡¡Sonríe!! que tu sonrisa puede iluminar el camino de quien te mire. 
¿Mañana? No sabemos si existe, sólo tenemos la certeza de que tenemos un presente y un pasado que quedó atrás y del que sólo debemos rescatar lo aprendido, porque remediarlo es imposible. 
Lo hecho, hecho está. "Maktub, ya está todo escrito", dice Coelho, y soy una fiel creyente de que los designios de Dios son perfectos, porque todo lo hizo correcto, para su tiempo, ¡¡Ojo!! No nuestros tiempos, así que despacito por las piedras, que si corres te puedes caer, luego no digas que nadie te lo advirtió.

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