jueves, 27 de marzo de 2014

Tu reloj, no marca mi hora.


Hoy, vi en la locomoción a una mujer joven, de unos 32 años, casada porque en su mano se veía una linda argolla, y era madre también, ya que llevaba su bebe muy chiquita en brazos, y me pregunté ¿Por qué la sociedad quiere eso para mí? Tengo 29 años, soy estudiante y hoy por decisión personal estoy cesante, pero buscando una buena oportunidad para desempeñarme de la mejor manera, como siempre. Tengo a mi lado a un hombre al que amo y a quién intento día a día hacer feliz, comprender y apoyar. No tengo hijos; me encantaría tenerlos, pero hoy, aunque tarde para algunos, soy estudiante, y no me puedo conceder ese privilegio. 

¿Por qué escribo todo esto? Porque la gente que me rodea me idealiza, sueña por mí y pretende decidir por mí, pero no, Soy quién toma sus propias decisiones; quizás no todas son acertadas, pero no soy perfecta! Por favor permítanme equivocarme, conocer mi error y aprender de las consecuencias, la vida pasa rápido, y no se nos permite un ensayo previo. No sé si soy buena amiga, buena hija, buena hermana, buena cuñada, buena tía, buena sobrina, buena polola, buena vecina, buena alumna, buena compañera, o buena ciudadana... no lo sé, sólo sé que me he pasado más de la mitad de mi vida preocupada por serlo, y no ha servido para nada más que para que me critiquen y me apunten con el dedo cuando cometo un error, y de eso ya no quiero más. Estoy cesante porque no permití que se me siguiera ninguneando. Necesito trabajar, pero no por ello voy a perder mi dignidad como persona. Soy estudiante de segundo año de la carrera de mis amores, y no terminándola como debería, porque cometí un error, el que estoy pagando con tiempo y nostalgia, pero sigo, lo intento una vez más y es lo que vale y me hace mejor: no rendirme.

Me he dado muchos golpes en la vida, y quizás ahora estoy sufriendo las consecuencias del más terrible, pero la opción no es quedar lamentándome, sino hacer algo al respecto, y aunque duele intentarlo una vez más; debo hacerlo por mí, así que, si me ves avanzar lento, no me apures, que, aunque a menor velocidad, avanzo mientras tu detienes tu camino para criticarme.

La mujer de la micro, joven madre, casada, de unos 32 años, llevaba su rostro moreteado y reflejaba un evidente dolor y sufrimiento. Yo no quiero eso para mí, yo quiero disfrutar cada momento, cada triunfo, meditar en las derrotas, quizás nunca tenga hijos, pero ya tengo un sobrino maravilloso que amo con mi vida, y tengo a mi gatito que me espera cada tarde y me recibe con un tierno ronroneo. No tengo un esposo, pero tengo a mi pololo y buenos amigos con quienes disfruto cada instante.

Todo tiene su tiempo... déjame vivir mis procesos, y si en algo quieres aportar, hazme sonreír cuando se me olvide hacerlo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Si me dejas tu comentario, deja también tu nombre, ya que los anónimos no tienen identidad, por lo tanto, no es valida su opinión.