domingo, 9 de junio de 2013

En un abrir y cerrar de ojos

Sentado, acompañado de Anita comienza el recorrido como todo los días al Parque Central. Al parecer, la vida es una rutina para todos, hasta que de un segundo a otro para alguien puede cambiar, quizás para un imprudente conductor, un transeúnte distraído o quizás otro que se cansó de luchar.Por la calle se ve gente trotando y otros que corren para ir a trabajar, micros, autos, bicicletas, motos y taxis, la señora de las sopaipillas y el vendedor ambulante. Todos en su ritmo habitual. En la esquina está el paradero del Transantiago. La gente comienza a juntarse porque a lo lejos la micro se ve venir, jóvenes, ancianos, escolares y señoras que van a trabajar, algunos suben pero otros regañando sólo esperan la siguiente que viene después de la que los dejó atrás.Ya son las siete y media de la mañana y su entrada a clases es a las ocho y media, corre porque se quedó dormido, estuvo estudiando hasta la madrugada, no tomó desayuno porque no alcanzó a comprar pan y el café solo, le provoca malestar. Tiene treinta años y por fin logro venir a Santiago a estudiar, vive solo en la capital en un cuarto que con su trabajo de fin de semana pudo alquilar. Los estudios los paga con la beca que por buen deportista logro ganar, medallas y trofeos adornan las paredes y muebles de sus padres en Tocornal. Suena su celular, es su novia que le llama para confirmar que esa mañana emprendía su viaje a Santiago, por la tarde ya la podrá abrazar, ella viene a trabajar para el próximo año también estudiar. Emocionado contesta, mientras a lo lejos ve venir su micro, al parecer viene con pocos pasajeros por lo que podrá retomar su lectura, tiene prueba en la primera hora y por la beca, un rojo no se puede sacar. Un grito desesperado lo hace voltear y la luz la volvió a ver, pero en la sala de un hospital, -Hay alguien que aún te quiere aquí- le dijo la enfermera mientras lo volvía a inyectar.Los días pasaron, el alta llegó, enfrentar todo costó, pero con su amada a su lado con valentía lo sobrellevó. Ella trabaja por las tardes pocas horas, ya que por lo pronto les alcanza con la pensión y por las mañanas, como todos los días después de desayunar, salen juntos al parque a pasear, Él sentado en la silla de ruedas que Anita empuja al caminar.

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