domingo, 2 de junio de 2013

Etapas para volver a volar

No importa si es por muerte o porque se termina una relación, hay duelos que cada uno en algún momento de la vida TIENE que vivir, -¡Experiencias necesarias para madurar!-, es lo que muchos exclaman cuando te ven mal y sólo después de mucho caminar, te das cuenta que decían la verdad.
La muerte es el hecho que nos separa de forma permanente de quienes amamos, mientras que un engaño o el creer que se acabó el amor en una pareja es lo que nos aleja de esa persona, sólo que muchas veces deja la ilusión de volverla a encontrar, ya sea para amar o sólo para saludar. Sentimientos encontrados son los que nos embargan luego de la separación, tristeza, odio, desamor, pero también esperanza o ilusión por todo aquel amor que se entregó.
¿Cómo seguir cuando parece todo haber acabado? Parece ser la primera pregunta que se nos viene a la mente después de haber decidido seguir, pero mil  recuerdos parecen posarse sobre nuestra cabeza, los que nos obligan a quedarnos en el lecho con el sólo deseo de dormir para después despertar y ver que no es más que una pesadilla y así poder arreglar todo lo que se estaba haciendo mal, o disfrutar al máximo y hasta el último instante con el ser amado, pero después de tanto dormir y por fin despertar, te das cuenta que la dura realidad es que esa persona realmente ya no está, sólo sus recuerdos, quizás su aroma y su imagen en fotografías pero nada más, y aunque quisieras volver el tiempo atrás, te das cuenta que aunque luches o lo desees con todas tus fuerzas, eso no es posible y el dolor te lleva sólo a  llorar, los amigos y familiares con mil palabras comienzan a argumentar que no tienes por qué llorar, y aunque tienen razón, nada parece importar, sientes que nada tiene razón de ser, que nadie entiende tu dolor, el sol parece no brillar y el frío se apodera de tu cuerpo, parece que a los pájaros se les olvido cantar y hasta las flores parecen perder su color, pero no es verdad, todo sigue su curso normal,  sólo que uno ya no ve igual, algo falta para poder vivir y prefieres la soledad, ya no hay deseos de comer ni de salir a pasear, de disfrutar la lluvia o sentir la brisa del mar, ya nada importa. Quienes te rodean empiezan a murmurar que estas con depresión y te tratan de ayudar, pero como no quieres inspirar lastima, comienzas a sonreír en frente de los demás, tal como los payasos cuando deben salir al show. Para todos todo sigue igual, menos para ti, sólo que es más fácil fingir que estas bien que realmente volver a ser feliz, pero un día sin planearlo ni buscarlo, todo lo que sientes se vuelca dentro de ti y comienzas a culpar a Dios de la muerte de esa persona o comienzas a odiar a quien te dejó y esa tristeza por el amor que sentías se convierte en odio y rencor, tus actitudes comienzas a cambiar tan bruscamente que a todos quienes te rodean no logras más que descolocar y nuevamente la preocupación de ellos hacia ti se vuelve a tornar porque saben que no es tu real personalidad, te tratan de distraer, te presentan nuevas personas con el fin de que olvides y eso te enoja porque no quieres pensar en nadie más que en ti, piensas que ya has perdido mucho tiempo dando a otros todo el amor que nadie a dado por ti  y que nadie merece todo lo que eres capaz de amar y tratas de dar a entender que no dependes de nadie más, por lo que de nuevo te empiezas a alejar de quienes desean tu bienestar y sólo después de semanas, meses o quizás años, de un segundo a otro, todo vuelve a tener color, sientes deseos de vivir, de cantar, correr y saltar, ya los recuerdos pasan a ser historias que quieres en un libro estampar y compartir con todos para que nadie más lo vuelva a experimentar, y sientes deseos de volver a empezar, tomas tu agenda y celular, llamas a los amigos que por mucho tiempo dejaste de ver, aceptas por fin las invitaciones que por tanto despreciaste y la pasas tan bien que te preguntas ¿Por qué no lo hice antes? Miras atrás y te das cuenta de todo el tiempo que ha pasado en el que hasta seres amados dejaron de estar y no te enteraste porque preferiste vivir en soledad, por uno de tantos que esta vida te presentará, te visita el remordimiento, pero esta vez ya no piensas igual y realmente te sientes con fuerzas y ganas de vivir, por lo que decides que ya no quieres ser un búho sino un águila para poder así levantar las alas y volver a volar aunque las montañas parezcan estar muy altas, pero ya nunca más volver a estar en oscuridad, ¡y lo haces! sonrisas comienzas a regalar y aunque la imagen de esa persona vuelva a aparecer, ya no te causa dolor, sino que eres capaz de recordar y reírte del ayer, al fin que siempre diste lo mejor de ti, nunca fingiste ni engañaste. Si no te amó, Él lo perdió, fuiste feliz a su lado y es lo que le agradeces ahora, como también su lejanía, porque eres capaz de darte cuenta que gracias a ello hoy eres más fuerte y creciste, aunque en algún momento fuiste débil y te rendirte, pero también tuviste la capacidad de levantarte y seguir, ahora tu sangre corre a toda velocidad por tus venas y tu corazón late con tanta fuerza que quieres a todos contagiar, la vida es corta y se debe disfrutar, nadie sabe hasta que día a Dios le plazca regalarnos el respirar, todos nacemos con un propósito y quizás el dolor que nos cause una vivencia, sea la historia o palabra necesaria que otro necesite oír para seguir.
 La Biblia dice: “No nos cansemos pues, de hacer el bien, que a su tiempo segaremos si no hubiésemos desmayado” Que gran verdad, ojalá al momento de comenzar el duelo por la separación recordáramos estas palabras y nos diéramos cuenta que la mente del ser humano es tan engañosa que nos limita a ver hasta donde podemos alcanzar, al punto que algunos prefieren “desmayar” en el camino y nunca logran alcanzar la felicidad.
El ser amado ya no está, quizás la lápida hoy debas visitar y despedirte por fin, quemar cartas y fotos del que prefirió estar sin ti, dejar espacios en el cajón y en la mente para guardar nuevos recuerdos, siempre será mejor que tenerlos ocupados con recuerdos pasados que ya tuvieron su fin. 
Vive y sé feliz.

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