Escrito en Marzo 2011.
Era un día normal como a diario en la
gran ciudad. Todo tranquilo porque no había nada que despertara mi
curiosidad. Nada nuevo, todo igual. Ya estaba apareciendo la terrible rutina.
Una noche en donde el ambiente llamaba
al amor, todo cambio...
Sentía esa sensación en el aire, eran
baladas, dulzura que llenaban mi alma y me hacían sentir enamorada.
De la nada despertó ella alborotada.
Bastó sólo una mirada para hacerla regresar al mundo real. Con todo quería
arrasar, sabía que tan sólo con su mirada todo lo que quería lo tendría; no me
gusta esa mujer caprichosa, que toma y deja sin medir consecuencias, que
actúa sin sentimientos utilizando todo para provocar, sin importarle que el amor
quede en último lugar.
El temor de volver a dañar me
paraliza, nada bueno recuerdo de esos tiempos en que ella hacía y deshacía sin
preguntar.
Prefiero mi tranquilidad, mis
caminatas solitaria por la ciudad y las tardes de jazz.
Pensar en lo que amo, me ayudó y aunque la lucha fue inmensa, esa noche vencí.
Llegó el fin de semana - Es mi
oportunidad- pensaba ella; las caricias y las miradas fueron sus mejores
aliadas, fueron ellas las que lograron debilitarme y por más que traté de
resistir, me dormí. Creí que descansaba, pero sólo era yo la que dormía, porque al despertar y ver quién me acompañaba en el lecho, me bastó para saber que
ella había ganado esta vez.
Salí de allí buscando alcanzarme, pero
no lo logré, solo conseguí cansar mi cuerpo al correr.
Una nueva semana comenzó y ella no
dejaba de hablarme de aquel chico que la hizo vibrar. Yo, cantaba en voz alta
para no oírla, porque cerca de Él no podía volver a estar.
A diario caminé hacia cualquier
dirección para escapar y con fuerza la arrastraba a mi lado para que no me
volviese a ganar, pero mientras más corría, con más fuerza ella avanzaba hacia Él, cada día se fortalecía, mientras yo cada día me debilitaba.
Me aferré de mis temores y luché, pero
sin darme cuenta me encontré de nuevo en sus brazos. De su alma me volví
adicta, roce sus labios y de sus besos me enamoré.
Ahora no sé quién soy, mis luchas son
en vano porque no sé a dónde acudir. Quiero mi soledad, pero sin querer Él es
mi soledad. Quiero aventura, pero Él es mi aventura, tengo miedo, ya no sé a
qué dirección correr, ¡Ni siquiera sé si realmente quiero correr!, me siento
confundida, siento odio mientras lo amo, siento rabia mientras lo extraño,
siento vergüenza mientras lo sueño, siento pudor mientras lo deseo, ya no estoy
segura de saber quién es la que habla ni tampoco quién es la que escribe.
Una nueva y extraña sensación me hace
creer que esta batalla nuevamente la gané, mientras que mis lágrimas me dicen
que otra vez la perdí...
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