miércoles, 1 de mayo de 2013

Así como una flor


Hay veces en que somos como aquella hermosa flor que resplandece en el jardín. 

Nuestro cuidador con amor, a diario nos riega, nos fortifica. 
En el frío y en la tormenta nos cubre, protege y se alegra su corazón cuando nos ve disfrutar con la suave brisa.
Un día, alguien pasa en el camino, nos ve y nos codicia. Diariamente pasa a nuestro lado hasta que logra llamar nuestra atención, nos encanta y nos saca del jardín.
Día a día nos disfrutó, pero pronto se olvidó de lo valiosa que fuimos en algún momento para él. Se olvida que hizo tantas cosas sólo por tenernos consigo y simplemente nos deja a un lado, despreocupándose de nuestra felicidad y bienestar, pasando a ser sólo un adorno para mostrar, logrando con eso que olvidemos nuestro valor, olvidemos el sacrificio del que nos amo primero, y neciamente nos dejamos marchitar por la soledad en la que nos dejó aquel por el que nos dejamos encantar.
Afortunadamente Dios como Sol, no importa en que lugar estemos, o lo olvidada que podamos estar, Él nos alcanza con sus rayos de amor y nos vuelve a dar vitalidad. Nos devuelve nuestro valor original, nos pone una vez más entre las amadas flores de su jardín. Quizás nuevamente expuesta, codiciada por muchos y a la vista de todos, pero ahora con las raíces más fuertes y sujetas al amor del que con paciencia nos cultivó.

2 comentarios:

Si me dejas tu comentario, deja también tu nombre, ya que los anónimos no tienen identidad, por lo tanto, no es valida su opinión.